Marrakech

Marrakech, conocida como la "Ciudad Roja" por el color de sus edificaciones de arcilla, es una joya histórica y cultural situada en el corazón de Marruecos. Fundada en el año 1062 por el sultán Almorávide Yusuf ibn Tashfin, Marrakech se convirtió rápidamente en un importante centro político, económico y cultural en el norte de África. La ciudad fue testigo de la gloria de las dinastías beréberes, almohades y saadíes, cada una dejando su huella en la arquitectura, la artesanía y la vida cotidiana de la ciudad. Marrakech también fue un importante punto de encuentro en la Ruta de la Seda, lo que contribuyó a su próspero intercambio comercial y cultural.

En términos técnicos, Marrakech es conocida por su impresionante medina amurallada, un laberinto de callejones estrechos, zocos bulliciosos y palacios ornamentados. Su punto focal es la famosa plaza de Jemaa el-Fna, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, donde los visitantes pueden disfrutar de la rica cultura local, desde espectáculos callejeros hasta delicias culinarias tradicionales. Además de su encanto histórico, Marrakech también es un importante centro turístico, con una amplia gama de hoteles, restaurantes y servicios para satisfacer las necesidades de los visitantes de todo el mundo.

Los Jardines de Majorelle

Los Jardines de Majorelle, un oasis de belleza en el corazón de Marrakech, son un lugar donde la serenidad y la exuberancia se entrelazan armoniosamente. Diseñados por el artista francés Jacques Majorelle en la década de 1920, estos jardines cautivan con sus vibrantes tonos de azul y verde, creando un escenario encantador que invita a la contemplación y la tranquilidad. Rodeado de una exótica variedad de plantas y senderos sombreados, este refugio botánico ofrece una experiencia sensorial única, donde los visitantes pueden sumergirse en la naturaleza y la creatividad a cada paso. Con sus estructuras artísticas y arquitectónicas únicas, los Jardines de Majorelle son un punto de encuentro entre el arte, la cultura y la naturaleza.

Plaza Jema L'Fna

Un emblema vivo de Marrakech, es un escenario fascinante donde la historia, la cultura y el bullicio se fusionan en una experiencia inolvidable. Desde el amanecer hasta la noche, la plaza cobra vida con una energía vibrante: músicos, acróbatas, encantadores de serpientes y vendedores crean un espectáculo único que cautiva a los visitantes. Los aromas tentadores de la cocina marroquí llenan el aire, invitando a probar delicias locales en los puestos de comida. Con su mezcla ecléctica de tradiciones y actividades, la Plaza Jemaa el-Fna es un tesoro cultural que celebra la autenticidad y la diversidad de Marrakech, atrayendo a viajeros de todo el mundo para sumergirse en su encanto cautivador.

El Jardín de la menara

n remanso de paz en las afueras de Marrakech, son un tesoro natural que cautiva con su serena belleza. Ubicados al pie de las majestuosas montañas del Atlas, estos jardines históricos son un refugio donde los visitantes pueden escapar del bullicio de la ciudad y sumergirse en un oasis de calma y verdor. El estanque central, rodeado de olivos centenarios, refleja el cielo azul del desierto, creando una imagen de serenidad perfecta. Los senderos sombreados invitan a pasear y admirar la exuberante vegetación, mientras que el aire fresco y el aroma de los cítricos envuelven los sentidos. Con su atmósfera tranquila y su impresionante telón de fondo natural, los Jardines de la Menara son un lugar encantador para relajarse, reflexionar y disfrutar de la belleza atemporal de Marrakech.

- El Mellah es el antiguo barrio judío de Marrakech, situado en la zona sur de la Medina, junto a la muralla exterior del palacio Badi. En este barrio se encuentra una sinagoga, un gran cementerio y un mercado cubierto. Algunas casas tienen balcones que dan a la calle, una característica distintiva de los judíos de Marrakech. El nombre "Mellah" significa "lugar de la sal" y se refiere al monopolio que los mercaderes judíos tenían sobre el comercio de la sal en la región. A principios del siglo XX, el Mellah contaba con alrededor de 40.000 miembros, pero muchos emigraron después de la Segunda Guerra Mundial debido a las leyes antisemitas. Actualmente, solo quedan unos pocos cientos de personas en la comunidad judía de Marrakech.


- La Medina de Marrakech , una ciudad antigua protegida por bastiones de tierra roja, es un laberinto de callesjuelas, palacios, mercados, mezquitas, cúpulas y minaretes. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985, es un lugar de visita obligada. En su corazón se encuentra la plaza Jamaa el Fna, rodeada por los mercados tradicionales conocidos como Suks. Al norte, se encuentran la mezquita y madraza de Ben Youssef y el Museo de Marrakech, mientras que al sur se encuentra el Palacio Real, rodeado de murallas. Aunque el palacio no está abierto al público, se pueden visitar otros sitios como el Palacio de la Bahía y el palacio de Dar Si Said, ambos construidos en el siglo XIX, junto con las impresionantes ruinas del gran palacio Badi.

- Guéliz es el núcleo principal de la ciudad nueva, construido por los franceses en los años treinta. El barrio es menos característico que la Medina, pero también animado. Aquí es donde se concentran los grandes hoteles internacionales y los restaurantes, las tiendas y los no muy numerosos locales nocturnos de la ciudad.


Mezquitas, Palacios y Monumentos

  • - Mezquita madrasa Ben Youssef: La mezquita domina la plaza homónima, en medio de los suks que se extienden al norte de Jamaa el Fna. El edificio actual data del siglo xix, pero en el mismo lugar se construyeron anteriormente, desde el siglo xii, otras dos versiones. Frente a la mezquita, en el interior de un recinto y más baja que el nivel de la calle, se encuentra la cúpula Ba'adiyn, la única estructura que quedó en la ciudad de tiempos de los almorávides, los fundadores de Marrakech. El interior está decorado con vivos motivos florales. En las cercanías está también la madrasa (escuela coránica) Ben Youssef, fundada en el siglo xiv y más tarde ampliada en diversas ocasiones. En funcionamiento hasta los años sesenta, más tarde fue restaurada y abierta al público. Se accede a un imponente patio sobriamente decorado con trabajos de estuco, madera de cedro con incrustaciones y azulejos, con un gran estanque en el medio. Alrededor del patio, en dos niveles, se encuentran las habitaciones de los estudiantes y una sala de oraciones con una cúpula. Actualmente cerrado por reformas.
  • - Mezquita Kutubia: Rodeada por magníficos rosales, se encuentra en el interior de la Medina, cerca de la Bad Jedid. Se construyó en el siglo xii, junto a un edificio construido hacía poco, que luego se derrumbó en el siglo xviii, y tomó el nombre del suk el Koutubiyyin (suk de los libreros) que antiguamente había en la zona. La mezquita es famosa sobre todo por su minarete de base cuadrada, que hizo construir Yacoub el Mansour a fines del siglo xii, que representó el modelo de referencia para la Giralda de Sevilla, y para la Torre Hasan en Rabat. La torre es el edificio más alto de Marrakech y con sus 77 metros de altura domina la Medina, pudiéndose ver a distancia cuando se llega a la ciudad. Hoy la silueta destaca desnuda de ladrillos, culminada con globos de bronce, pero antiguamente toda la superficie del minarete estaba cubierta de decoraciones de cerámica y estuco (los únicos fragmentos que se han conservado son los frisos de azulejos debajo del almenaje). En el interior, que no se puede visitar, hay una rampa ascendente, lo suficientemente amplia como para poder subir a caballo, que lleva a la cima, desde donde los muecines llaman a los fieles a la oración ritual cinco veces al día. Al oeste de la plaza se encuentran las ruinas de una gran mezquita, que hicieron construir los conquistadores almohades.
  • Palacio Dar el Bacha (o Dar el Glaoui): Dar el Bacha significa "palacio del patró", y era la residencia de uno de los personajes más célebres de la historia de Marrakech, el cruel Thami el Glaoui, que en la primera mitad del el siglo xix fue señor de la ciudad y de todo el Atlas meridional durante varias décadas. Aquí Thami el Glaoui tuvo su corte y recibió a los huéspedes ilustres que le visitaron, entre los cuales estuvieron políticos occidentales como el inglés Churchill o el americano Roosevelt. El aspecto actual del palacio seguramente no está a la altura de su fama, alimentado por una serie infinita de anécdotas curiosas y subidas de tono, pero quedan bonitos patios interiores ricamente decorados en yeso, madera tallada y azulejos policrómicos.
  • - Palacio El Badi: Se edificó con gran lujo en la segunda mitad del siglo xvi durante el reinado del sultán Ahmed el Mansour. Las paredes y los techos estaban recubiertos de oro proveniente de Tombuctú, ciudad mítica de más allá del desierto conquistada por el sultán. Había paredes de mármol y piedras importadas de la India y grandes patios embellecidos con estanques y fuentes caudalosas. Además, el ambiente olía a flores y esencias exóticas. No obstante, sólo cien años más tarde ya estaba en ruinas, pues el nuevo señor de Marruecos, Moulay Ismail, despojó completamente el palacio y se llevó sus tesoros a su nueva capital, Meknés. Hoy, la grandeza del pasado se debe imaginar caminando entre imponentes ruinas. El patio principal es un inmenso espacio vacío delimitado por imponentes bastiones perforados, sobre los cuales han hecho sus nidos las cigüeñas. El gran estanque central está seco, pero diseminados por el entorno hay restos de mosaicos y columnas esculpidas. El lugar revive durante los grandes eventos, como los conciertos y espectáculos del Festival del Arte Popular y las proyecciones en una gran pantalla durante el Festival de Cine.
  • - Palacio de la Bahía: En el lado norte de Mellah, el antiguo barrio judío, se encuentra este gran palacio, que tiene una extensión de 8 hectáreas de superficie y cuenta con más de 150 habitaciones. Fue mandada construir a fines del siglo xix por un visir de la corte real. Los interiores están ricamente decorados en estilo tradicional, con mosaicos y detalles de madera de cedro tallada. Los patios son especialmente bonitos, con pequeños pero frondosos jardines, piscinas y fuentes. Una parte del edificio estaba reservada a las habitaciones de las 24 concubinas del visir, que también tenía cuatro esposas. Cuando murió, el sultán vació el palacio y se llevó los muebles y las alfombras a la residencia real.
  • - Tumbas saadíes: Las tumbas sagradas de los sultanes se encuentran junto al muro meridional de la mezquita Kasbah, junto al Palacio Real, en la zona de la Medina. Durante siglos han representado un secreto bien guardado, que los occidentales desconocían totalmente. En los años veinte algunos oficiales franceses se dieron cuenta de que había algunos tejados verdes que sobresalían de los barrios más pobres. Indagaron entre la gente del lugar, obteniendo siempre evasivas, pero uno de ellos perseveró en su investigación hasta descubrir una callejuela escondida que llevaba a una minúscula puerta en arco. Una vez pasado su umbral, entró en un jardín y vio las tumbas que hasta entonces se habían mantenido escondidas a los infieles. Hoy las tumbas saadíes son uno de los lugares más visitados de la ciudad, pero para acceder a ellas se tiene que hacer todavía el mismo recorrido tortuoso. Muchas tumbas están decoradas con mosaicos variopintos. Las más monumentales son las de los pabellones construidos durante el reinado de Ahmed el Mansour, en la segunda mitad del siglo xvi. A poca distancia de las tumbas está Bab Agnau, la puerta que marca el acceso a la Kasbah (área fortificada en el interior de la Medina, en la cual se encuentra el Palacio Real). Es una de las puertas más bonitas de la ciudad, realizada en el siglo xii en piedra y no en ladrillos de tierra como el resto. Al otro lado de la calle se encuentra la puerta Er Rob, invadida por coloridas tiendas de lozas.