Es un animal de pequeño tamaño, con una longitud que rara vez supera los 75 cm y un peso que no alcanza los 13 kg. Su pelaje es de tonos marrón-amarillentos, a veces con un matiz grisáceo en algunos ejemplares. Presenta una cara, manos y pies de color rosado, y una cola vestigial apenas perceptible a la distancia. Los machos son más grandes que las hembras.
Los macacos de Berbería son animales diurnos y omnívoros que habitan en bosques mixtos, alcanzando altitudes de hasta 2100 metros sobre el nivel del mar. Se desplazan constantemente en grupos de entre 10 y 30 individuos, liderados por una hembra en una estructura matriarcal. Buscan frutas, hojas, raíces e insectos como parte de su dieta. Las hembras paren una cría (en casos excepcionales, dos) después de una gestación de cuatro o cinco meses. Tanto el padre como la madre cuidan a las crías, que alcanzan la madurez a los 3 o 4 años y pueden vivir hasta veinte años.
La población estimada de la especie se sitúa entre 1200 y 2000 individuos. Su número ha ido disminuyendo a medida que se destruyen los bosques del Atlas, su principal hábitat, lo que ha llevado a que sea catalogada como una especie en peligro de extinción. Una notable comunidad de estos macacos se encuentra en la Sierra de Nador, particularmente en el Monte Gurugú, donde se han convertido en una atracción turística y muestran una interacción amigable con los visitantes que los alimentan. Este fenómeno también se observa en localidades como Azrú, cerca de Ifrane, Marruecos, donde han habitado durante milenios.
En Europa, son conocidos principalmente por una pequeña población que reside en Gibraltar, donde se les considera casi como una mascota no oficial. Estos macacos deambulan libremente por los parques y tejados de las casas, y son alimentados tanto por las autoridades locales como por los residentes. El origen exacto de esta población es desconocido, aunque se cree que fue introducida en la región. Durante el Pleistoceno, la especie se distribuía por toda Europa, incluyendo Alemania e Inglaterra, así como por las costas mediterráneas, pero su número disminuyó rápidamente durante las glaciaciones hasta extinguirse en la península ibérica hace unos 30,000 años. Se especula que su reintroducción en Gibraltar pudo haber sido en estado domesticado, posteriormente asilvestrado. Sin embargo, se tiene constancia de su presencia en el Peñón antes de su captura por los ingleses en 1704.
El macaco de Berbería está clasificado como "En Peligro" en la Lista Roja de la UICN debido a la pérdida de hábitat, la captura ilegal para el comercio de mascotas y la disminución de su población. Los esfuerzos de conservación se centran en la protección de su hábitat natural, la creación de áreas protegidas y la sensibilización sobre la importancia de esta especie.
El Bosque de Cedros en el Medio Atlas, donde reside el macaco de Berbería, tiene un clima mediterráneo con influencias continentales. Los veranos son cálidos y secos, mientras que los inviernos son fríos y húmedos, con nevadas frecuentes. Las temperaturas pueden variar significativamente, desde -5°C en invierno hasta 30°C en verano. La pluviometría anual es moderada, con una mayor concentración de lluvias durante los meses de invierno.
Adaptación al frío: A pesar de vivir en regiones montañosas con inviernos fríos y nevados, los macacos de Berbería tienen una notable capacidad de adaptación. Su denso pelaje les proporciona aislamiento térmico, permitiéndoles sobrevivir en temperaturas que pueden descender por debajo de los 0°C.
Sin cola y bípedos: Los macacos de Berbería son una de las pocas especies de macacos que no tienen cola. También son conocidos por caminar a veces sobre dos patas, especialmente cuando están cargando objetos o alimentos.
Longevidad: En su hábitat natural, los macacos de Berbería pueden vivir hasta 22 años. En cautiverio, con cuidados adecuados, algunos individuos han alcanzado los 30 años.
Relación simbiótica: Los macacos de Berbería a menudo participan en una relación simbiótica con ciertas aves, como los estorninos. Las aves se alimentan de parásitos presentes en el pelaje de los macacos, proporcionando un beneficio mutuo.
Importancia cultural: En Gibraltar, los macacos de Berbería son una parte importante de la identidad cultural y turística. Según una leyenda local, mientras los macacos permanezcan en Gibraltar, el territorio seguirá siendo británico.
Comunicación no verbal: Estos primates usan una variedad de gestos y posturas corporales para comunicarse entre sí. Por ejemplo, mostrar los dientes en una mueca es una señal de sumisión, mientras que levantar las cejas y abrir los ojos en forma amplia puede ser un gesto de sorpresa o advertencia.
Cría cooperativa: En las comunidades de macacos de Berbería, no solo las madres biológicas cuidan a las crías. Otros miembros del grupo, incluyendo machos y hembras sin descendencia, también participan en la protección y socialización de los jóvenes, una práctica conocida como "cría cooperativa".
Habilidad de natación: Aunque no se les ve nadando con frecuencia, los macacos de Berbería son capaces de nadar. Esta habilidad es rara entre los primates, y es una adaptación útil para cruzar ríos o buscar alimentos en el agua.
Hierarquía matrilineal: Las sociedades de macacos de Berbería son matrilineales, lo que significa que las hembras y sus crías permanecen en el mismo grupo durante toda su vida. La jerarquía social es determinada principalmente por las relaciones de las hembras y sus descendientes.
Juegos y aprendizaje: Los jóvenes macacos de Berbería son conocidos por su comportamiento lúdico, que incluye persecuciones, peleas simuladas y balanceo en las ramas. Estas actividades no solo son importantes para el desarrollo físico, sino que también facilitan el aprendizaje de habilidades sociales y jerárquicas.